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domingo, 15 de mayo de 2011

A mi abuela María



Yo recuerdo la infancia en los campos dorados
como mares tibios de avena y trigo.

Acaso viajé a esas tierras ancestrales.
Desembarqué en la lejanía de los pétalos de rosa que duermen en mis libros.
Fui y nadé en mis sueños de coral y olor a fresa.

Creadora de frases que permanecen en mis venas a pesar de los tiempos.
Inventora de mundos de fantasías del pasado.


viví en las alturas observándolo todo
soñé con la libertad
fui a tu lado como lo esperabas.

Y supe que estás aquí más allá de todos.
Recuerdo la infancia en los campos dorados
como mares tibios de avena y trigo.

También te tuve en mis manos como una pequeña ave.


Algún día pensé ser tu guía.
Tuve tu alma como mía.
Hice de tus recuerdos, mis recuerdos
y aprendí que tu presencia no es ausencia.
Un día simplemente olí tus pétalos de rosa y te volvía sentir en mis manos.
A veces como un destello te encontré en una foto
y acaso sea sólo un instante en el universo.



(Ejercicio literario sobre versos con pie dado)

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