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lunes, 31 de octubre de 2011

Mereces lo que sueñas...

En los sueños…




Te encontré en mis sueños. Volvimos a estar juntos después de tantas noches sin hallarnos. Tu sonrisa voluptuosa marcó el camino de regreso. Sentí en mis mejillas esa barbita rala que tanto me gusta. Los recuerdos se tornan reales y la mecánica del inconsciente se plasma en imágenes que los sentidos disfrutan. No hay tiempo ni espacio. En ese mundo de hologramas nada es imposible, siempre regresan los recuerdos de amores pasados. Y vos estuviste en este sueño, me pedías recomenzar nuestra relación y construíamos nuestra casa con olor a cemento y polvo de estrellas; nos reíamos entre ladrillos de un color anaranjado tan vívido que parecían latir, y así, juntos, sin las interrupciones del afuera volvíamos a ser nosotros otra vez. Y estábamos construyendo. Fue un sueño perfecto. El poder de los deseos se manifiesta en forma simple y deja en la mañana un placer fácil de paladear. Ahora queda el despertar y el volver a la realidad. Ahora retornas al mundo de mis sueños. Quizás volvamos a encontrarnos en ese plano astral porque sé que en este otro, en el que comemos, lloramos, respiramos de verdad, no lo haremos. Y vuelve la infantil tentación de marcar tu número, el que debí borrar hace tiempo.

Extraña sensación de vivir en sueños, lo que no fue, es.

¡Cuánto tiempo indagando en la mar del inconsciente! Recuerdo sesiones al diván con el techo oprimiendo el esternón, justamente ahí donde duerme el alma. El alma a veces se queja de dolores, esos que buscan expiar los fantasmas que todos llevamos y que dejamos escondidos bajo la alfombra del vivir. Espectros que nos recuerdan lo que pudo ser y no fue y remolonean para irse y dejar sanar esas heridas.

En ocasiones la mente sufre un clic y como un despertar se atan esos cabos inconexos que aparecen en los sueños. Vos sos vos, con la sonrisa de Pablo, las espaldas de Darío, la nuca del doctor bajo la bata quirúrgica. Vos sos muchos hombres en uno solo. Un patrón físico, un olor particular en la piel, un color de ojos, una masculinidad con pocas palabras y certezas. Así mi inconsciente te construyó y te busca en mis sueños. Busco un amor nuevo en el amor que se fue. Mientras tanto, en la vida diaria, añoro soñar con vos. ¿Dónde estás? Vivir en este estado de constante espera onírica no es vivir. Es esperar el imposible para ocultarme de la vida real. Quizás estés y nos encontremos y cuando así sea no tengas la sonrisa de Pablo, las espaldas de Darío, la nuca del doctor bajo la bata quirúrgica. Quizás descubra el olor de una nueva piel y deje este vos que no sé quién sos.

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